Un campeón con asterisco
Como dijimos la semana pasada “El Vaquero” Navarrete era un hombre con suerte, pero podemos afirmar que es un hombre con ayudas externas. La primera ayuda fue la del peso, como vimos el día del pesaje, donde Wilson sorprendentemente dio un peso por debajo de lo esperado. Los boxeadores se pesan 20 veces antes de un combate y saben exactamente cuál será su kilaje exacto en el momento del pesaje.
Pues ese día Liam Wilson dio más de 3 lbs por debajo de su peso, cuestión muy extraña porque en todos los combates anteriores estuvo justo en las 130 lbs, aquí dio 126.3 lbs, algo tan irregular que es inexplicable. Otro indicio es el aspecto de Navarrete que lucía un poco “gordo” respecto a otras peleas, pero supongo que un sobre por debajo habrá solucionado el problema del peso.
También pudimos observar que Emmanuel Navarrete no acudía bien entrenado al envite, por lo acontecido durante el mismo es fácil de deducir. Que los boxeadores menosprecien a los rivales es algo habitual, por desgracia, muchas sorpresas han sido consecuencia de la falta de profesionalismo de púgiles que se creían ganadores con solo subir al Ring, siendo Mike Tyson uno de los más habituales, un buen campamento es primordial, sin el los resultados suelen ser nefastos.
Liam Wilson es el típico boxeador australiano, blanco, duro, valiente, que no da un paso atrás, una cuestión que le hubiese venido bien esa noche. El Vaquero es un púgil sin defensa ninguna, con una carrera auspiciada, con victorias anodinas, ganando títulos vacantes, saltando de división siempre bajo el paraguas del WBO y evitando a púgiles como Shakur Stevenson o Vasyl Lomachenko.
Así es fácil de comprender que tenga un récord de [37(31KO)-1], al principio de su carrera su único rival de nivel fue Isaac Dogboe, hace ya cuatro largos años, desde entonces nada de nada. Durante tres rondas asistimos a un intercambio de golpes, pero en la cuarta ronda Navarrete es alcanzado por una contra, que seguido de una serie de golpes, lleva al mexicano al suelo, cayendo como un trapo. Se produce otra irregularidad, con un conteo largo y una sucia artimaña como fue tirar el protector bucal, con lo cual la cuenta se alarga hasta 25 segundos.
Todo esto impide a Wilson finiquitar el combate, Navarrete estuvo varias rondas KO de pie, mientras a Wilson lo dominaba la precipitación y le entraba cierta desmotivación (debería haber ganado), pero al final del sexto, el Vaquero lo pasa otra vez mal, como suele pasar en estos casos también le estaban robando al australiano. Pero Enmanuel estaba trabajando bien los costados de Wilson, dejándolo sin piernas, quien se empeña en entrar en una batalla descarnada que antes o después le pasará factura, es más, al australiano le salva la campana al final de la séptima ronda.
Navarrete estaba visitando “aguas profundas” como dicen en latinoamérica, pero aún sin un entrenamiento correcto es superior a Liam Wilson, quien es un boxeador predecible, solo tiene la marcha hacia adelante, pero su estamina está al mínimo, con lo cual a los pocos segundos de la ronda nueve, el Aussie es derribado, se levanta pero está frito y después de un largo minuto de andar flotando sobre la lona, el referee se apiada de Liam y detiene el combate.
Una victoria sin mucha calidad, donde sólo la mala preparación de Navarrete dio aire a Wilson, si algún día existe un revancha, El Vaquero bien preparado destruirá en tres asaltos a su rival, quien tuvo su oportunidad pero las diversas artimañas fuera y dentro del ring le privaron de ganar el título mundial. Sin embargo Navarrete se convierte en Tricampeón mundial, con un asterisco, puesto que sus dos títulos han sido “heredados” tras lograr mantenerse en una conveniente segunda fila, sin unificar, bajo el amparo de su promotora, quien parece dueña de los títulos WBO.