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Joe Louis tenía estilo dentro y fuera del cuadrilátero

Joe Louis tenía estilo dentro y fuera del cuadrilátero

El gran “Brown bomber” 

 

Por Satu Nore

 

Esta es una anécdota narrada el 14 de abril de 1981; “en una fría noche de enero de 1970, tres hombres viajaban en un taxi hasta la Grand Central Terminal, donde abordarían un tren hacia Rochester. Iban a la misma cena de premiación. En el asiento trasero había un jugador de béisbol y un reportero deportivo, en el asiento delantero estaba Joe Louis, el ex campeón de los pesos pesados, que miraba al frente mientras las espeluznantes luces de la ciudad destellaban en su amplio rostro. Escuchó al beisbolista bromear sobre el joven taxista, que tenía el pelo largo, algo que aún no estaba de moda entre los deportistas. 

 

El jugador de pelota dijo algo sobre “hippies” y “mariquitas” y luego sobre la música inusual que sonaba en la radio portátil en el asiento delantero. Luis no dijo nada. “Oye”, le dijo finalmente el pelotero al taxista, “apaga esa maldita música hippie”. “Esa es música griega,” dijo Louis en voz baja, hablando por primera vez. Todo era silencio, excepto por la música. “Oh”, dijo el pelotero. Joe Louis expresó su punto de manera tan hábil, simple y completa como lo había hecho al despachar a sus oponentes en el ring. 

 

Louis murió un domingo por la mañana, un mes antes de cumplir 67 años. Su muerte, como su vida, conmovió a mucha gente. Fue tanto su estilo como su destreza lo que estableció a Louis como una de las figuras más importantes de su tiempo. “Mantuve mi nariz limpia”, dijo una vez. “y yo tenía que ser un caballero, si le callo la boca al tonto, habría defraudado a mi gente”. Los negros en Estados Unidos tenían pocos héroes a los que admirar en la década de 1930.

 

En algunas partes de los EE. UU., los negros todavía tenían que salir de las calles cuando se ponía el sol, y cuando Joe Louis ganó el campeonato mundial de peso pesado al noquear a James J. Braddock, el 22 de Junio de 1937, hubo regocijo. Walt Frazier, la ex estrella del baloncesto de los Knicks, recuerda cómo fue haber conocido a Louis por primera vez. Se sentaron en la cafetería del Caesars Palace en Las Vegas, donde Louis trabajaba como recepcionista. “Me había formado una impresión del gran Louis, por lo que había oído toda mi vida sobre él”, dijo Frazier. “Estaba un poco nervioso, pero él sacó la mano y dijo: ‘Hola, Clyde’, como si me conociera de toda la vida. Me dio una gran sensación de calidez”. 

 

Frazier le preguntó sobre ser un atleta negro en las décadas de 1930-40. Louis dijo casualmente que no se le permitía entrar en algunos hoteles. También contó que estaba en Nueva Orleans cuando vio que un automóvil atropellaba a un hombre negro, y que las ambulancias de los hospitales blancos no lo recogían. Sin embargo, con el tiempo, Louis sería admitido en algunos de esos hoteles, y fue fundamental para derribar otras barreras raciales. “Es difícil para mí relacionarme con sus experiencias, porque yo era demasiado joven para recordar”, dijo Frazier. “Pero Joe fue un pionero, como Jackie Robinson. Ayudó al hombre negro a estar orgulloso de sí mismo. Era alguien a quien siempre admiramos. Los atletas negros lo tienen como un referente aún hoy día. Estamos cosechando el camino que Louis nos dejó sembrado. Deberíamos haberle dado un porcentaje de nuestro salario”. 

 

Louis se retiró como campeón invicto en 1949. Pero en 1950 decidió intentar una remontada, Ezzard Charles era el campeón. “Yo no quería la pelea”, diría Charles más tarde. “Joe fue mi ídolo de la infancia. Pero mi manager, Ray Arcel, dijo que si quería que todos me consideraran el campeón, tendría que pelear con Joe. Firmé, pero no estaba contento con eso”. Charles dominó la pelea. “Alrededor de la octava o novena ronda”, dijo Charles, “Joe comenzó a tambalearse. Empecé a soñar, ‘¿Podría ser este el gran Joe Louis?’ Quería ganar, pero no quería noquearlo”. Charles ganó por decisión en 15 asaltos.

 

Louis podía mirar hacia atrás, sin embargo, en una carrera notable: fue noqueado por Max Schmeling, la esperanza aria de Hitler, luego regresó para noquearlo en la primera ronda; estaba perdiendo ante Billy Conn después de 12 asaltos y luego lo noqueó en el 13. En otra ocasión, le preguntaron cuál era su mayor emoción. “Pude pagar para que mi hermana fuera a la Universidad de Howard”, dijo Louis, quien era hijo de un aparcero de Alabama y solo tenía una educación de sexto grado. “Mi madre y yo fuimos a Washington para la graduación. Los tres cruzamos el campus. Esa fue la emoción más grande de mi vida”. En 1942, en una cena de escritores de boxeo de Nueva York, el ex alcalde James J. Walker hizo una presentación de Louis, y en su estilo extravagante y sentimental, dijo: “Joe Louis, pusiste una rosa en la tumba de Abraham Lincoln”. 

 

26 años más tarde, una noche de 1968, Louis fue nuevamente honrado por los reporteros de Nueva York, por su “largo y meritorio servicio” al boxeo. Iba a recibir el premio James J. Walker. Ahora Louis se levantó y aceptó la placa. “Gracias por darme este premio James J. Walker”, dijo en la silenciosa sala del Waldorf Astoria. “Creo que es una gran cosa. Recuerdo cuando el señor Walker dijo que puse una rosa en la tumba de Lincoln, entonces no sabía a qué se refería, pero sabía que él estaba tratando de hacerme sentir bien, lo pensé más tarde y entendí de qué se trataba. Gracias.”



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