Un verdadero guerrero que mereció una mejor vida
José Manuel Ibar Azpiazu, tal su nombre de nacimiento, fué un boxeador español de peso pesado, una rara avis, ya que es un País que más allá de no haber sido un protagonista histórico en este deporte, mucho menos en la categoría mayor, el único antecedente destacable fué el vasco Paulino Uzqudun en las décadas del ‘20 al ‘30; Azpiazu nació en Aizarnazábal, Guipúzcoa, el 14 de mayo de 1943 y se crió en el caserío Urtain (de allí su apodo), en España un caserío es lo que en Argentina se llamaba conventillo y vecindad en otro países como México, tenía cinco hermanos varones y cuatro mujeres, estudió como interno en el colegio de los Jesuitas de Tudela, del cual escapó cuando tenía 11 años para regresar al caserío
Allí ya adolescente trabajó de herrero en una fragua y más tarde como albañil, mientras practicaba como todo joven de la época y región, los deportes tradicionales vascos, de jovencito ya era muy fuerte y rudo, sea por sus duros trabajos o por las competencias de levantar pesadas piedras sobre los hombros (Harri-jasotzea) o achar gruesos troncos (aizcolari).
A principios de la década del ‘60 viviendo en Cestona, llegó a levantar una piedra de 250 kgs y batir varios récords en estos duros deportes, lo cual le hizo ganar el mote de “El tigre de Cestona”, tras esto hizo el servicio militar en Ceuta, a la vuelta a su hogar, el empresario hotelero de San Sebastián, Don José Lizarazu pensó que el joven tenía grandes posibilidades en el mundo del boxeo como púgil, debido a su dureza y fortaleza.
Urtain comenzó con las prácticas de box y en 1968 con una corta carrera amateur, debuta como rentado, su primer pelea es en Francia y allí pone a dormir a su rival en solo 17 segundos, de allí en más mete una seguidilla de 27 victorias consecutivas por KO ante rivales de muy dudoso pedigrí, hasta que en junio de 1970 enfrenta a su primer rival de nivel, el alemán Juergen Blin por el título europeo de peso pesado.
Gana la pelea por PTS y se consagra campeón europeo de los pesados, gana dos o tres peleas más y viaja a Inglaterra a defender su título ante el inglés Henry Cooper, un experimentado y muy buen boxeador que había peleado por el título del mundo ante Ali, y enfrentado entre otros a Zora Folley y al argentino Alex Miteff, el español comienza muy bien y pone en peligro en un par de ocasiones al inglés, pero la experiencia de Cooper es demasiado para el rudo muchacho quien cae por KO en el episodio noveno.
Un tiempo después vuelve a caer por KO ante otro rival de cierta relevancia (a nivel mundial no era una estrella) pero que para el europeo le sobraba, el peligroso argentino Gregorio “Goyo” Peralta, quien tenía un empate ante Bonavena y dos peleas ante Foreman, una derrota por KO y otra una decisión cerrada en 10 asaltos y no cualquiera terminaba de pie ante Foreman, el argentino le da un paseo a Urtain y lo noquea en el octavo, el español aún estaba verde.
Pero enseguida recupera el título de Europa de la categoría y vuelve a enorgullecer a la afición y a su pueblo, así sería el resto de su carrera, victorias ante rivales de nivel aceptable combinadas con alguna derrota sobre todo donde subía la oposición, como ante Alfredo Evangelista, un uruguayo nacionalizado español que más tarde alcanzaría un interesante nivel en los rankings mundiales, llegando a enfrentar a Muhammad Ali, perdiendo a los PTS en 15 asaltos
Y más tarde perdería por KO ante Larry Holmes por el título mundial, pero el joven Evangelista vence por KO a Urtain y esto le da el empujón a su carrera, poco después el querido boxeador vasco se retiraría del boxeo, la realidad es que Urtain fué un duro, fuerte y aguerrido boxeador pero casi sin formación técnica, nunca tuvo un entrenador de nivel que le enseñara los secretos del boxeo, aprendió a los golpes arriba del Ring, ya retirado decía no tener un buen recuerdo de su paso por el boxeo, una pena pues con una formación técnica buena en sus comienzos hubiese dado mucho más, condiciones tenía.
Estaba casado con su esposa Cecilia Urbieta desde 1963, tras seis años de noviazgo, tuvieron tres hijos, dos varones y una niña, luego de retirado tuvo un restaurante y una cafetería, rechazó cualquier trabajo relacionado al boxeo, era muy familiar y se alejó de la exposición mediática, los negocios no fueron bien y hacia 1990 perdió todo, acosado por sus acreedores, el 21 de julio se suicida arrojándose desde el balcón de su hogar en un décimo piso en la calle Fermín Caballero 57, de la ciudad de Madrid. Triste final a los 49 años para el querido Urtain.