La cantidad de trabajo que Stephen Fulton ha realizado a lo largo de los años ha valido la pena. Se ha convertido en un campeón mundial, ha ganado un montón de fanáticos y, lo que es más importante, ha ganado dinero que le cambió la vida.
Sus manos son dotadas. Las combinaciones rápidas y fluidas son una segunda naturaleza para él. No es el golpeador más duro, pero tiene suficiente rapidez en sus golpes para ganarse el respeto que necesita en el ring.
En última instancia, independientemente de lo bueno que normalmente es, Fulton no pudo hacerlo funcionar el pasado martes por la mañana en Japón. Por alguna razón, el peleador de 29 años luchó tímido y apático contra Naoya Inoue, lo que resultó en una derrota por nocaut en el octavo asalto y la pérdida de sus títulos de peso supergallo del WBC y la WBO.
Fulton está tratando de hacer que todo tenga sentido. Y aunque aprecia a todos los que se acercaron e intentaron animarlo, todavía se está pateando a sí mismo.
“Decepcionado conmigo mismo porque soy mejor que eso”, explicó Fulton en Instagram. “No fue mi noche”.
“Estoy entre la élite y no lo demostré, por lo que me duele todo. Soy mejor que esto, pero volveré”.
Desde el momento en que sonó la campana de apertura, Inoue aceleró y nunca respetó lo que Fulton tenía para ofrecer.
La estrella de Filadelfia imaginó una hermosa noche de boxeo culminada con una sorpresiva victoria. Su carrera, hasta ese momento, lo convenció de que perder nunca era una opción. Antes de enfrentarse a Inoue, Fulton era considerado por la mayoría como el mejor supergallo del mundo. Esa distinción, desde el punto de vista de Fulton, no es una casualidad.
Fulton quiere desesperadamente una repetición. Una oportunidad de demostrar que lo que tomó este lugar en Japón no fue más que una mala noche en la oficina. Sabe que será difícil borrar esos recuerdos inquietantes, pero Fulton confía en que no dejará que su pérdida desequilibre defina su carrera.