Fuera de una entrada genial al ring y una primera ronda competitiva, nada salió bien para Errol Spence Jr., el sábado pasado por la noche.
Hasta ese momento, no había un solo peleador que pudiera lidiar con la presión perpetua que Spence seguía ejerciendo. Crawford, por otro lado, lo vio venir a una milla de distancia.
El hombre de 35 años deambuló con cuidado alrededor del ring en los primeros tres minutos, apenas lanzando un puñetazo. Pero aunque su ofensiva fue escasa, Crawford estaba estudiando cada movimiento de su hombre. La forma en que entró en sus tiros, la cantidad de poder que estaba bombeando y, lo más importante, su ritmo. Para cuando pasó el segundo cuadro, Crawford lo tenía todo resuelto.
Con solo unos segundos restantes en el período, Crawford envió a Spence al suelo por primera vez en su carrera. En el transcurso de nueve rondas dolorosas, Spence se convirtió en el mejor amigo de la lona.
Ahora es tiempo de reflexión para el nativo de Dallas. Regresará sigilosamente a su propiedad palaciega, disfrutará de un poco de tiempo en familia, descansará, se recuperará y hará todo lo posible para idear un plan de juego mucho mejor para su inminente secuela.
“Mi cabeza erguida como una hemorragia nasal”.