Cuando todo se vale
Durante los últimos años la carrera de Canelo Álvarez ha estado plagada de dudas, polémicas, denuncias y cuestionamientos, que ha dividido a la comunidad boxística en haters y lovers. Ya a fines del año 2010 se hablaba de que a través de su contrato con Televisa (2009) y su fichaje para Golden Boy Promotions (2010), se estaba inflando su carrera para convertirlo en una súper estrella y potenciar su proyección comercial. Sin embargo, el primer escándalo formal llegó a comienzos del año 2011, cuando Manny Pacquiao fue despojado del cetro Súper Welter por tomar una pelea con Shane Mosley, en 147 lbs, con la que el WBC no estaba de acuerdo.
En paralelo Golden Boy cerraba el contrato para una pelea, también en 147 lbs, entre Canelo y Matthew Hatton. El WBC, que veía en el joven tapatío una promesa de ventas, le ofreció a Golden Boy realizar la pelea en 154 lbs y poner en juego el cetro Súper Welter, para que Canelo pueda acceder a su primer título mundial. La dificultad radicaba en que Hatton no podía alcanzar las 154 lbs en la báscula. Por ello se le ofreció que la pelea se realice en un peso pactado de 150 lbs y por una bolsa mayor. Aquí comenzaron los problemas, en primer lugar porque los fans de boxeo no ven con buenos ojos el peso pactado en una pelea titular.
No importa que otros lo hayan hecho antes, lo que está mal para uno está mal para todos, y el que quiera coronarse en una categoría debe ajustarse a sus límites de peso. El segundo gran problema fue que si bien Álvarez podría –forzadamente- aspirar a disputar el título Súper Welter (por poseer el cinturón de Plata que le había ganado al argentino Luciano Cuello), Matthew Hatton ni siquiera figuraba entre los 40 primeros rankeados, ya que sus dos únicas peleas en 154 lbs habían sido nueve años antes, contra sus compatriotas Karl Taylor, que se retiraría con el terrible récord de [16-142-7] y contra Paul Denton [7-38-2].
Ante la ola de preguntas de la prensa, el WBC explicó que Hatton figuraba en el quinto puesto del ranking de las 147 lbs. Resumiendo: le habilitaron una pelea titular en 154 lbs basándose en su calificación en las 147 lbs. Las críticas explotaron a nivel mundial. El Chicago Tribune, de Estados Unidos, dijo que “el pleito viene envuelto en una gran polémica y muchas críticas, (…) ya que ninguno de ellos ha demostrado tener los merecimientos necesarios para disputar la faja verde y oro”. Por su parte, el Telegraph de Inglaterra declaraba: “Cuando una organización como el WBC hace esto, se convierte en una farsa y perjudica a los boxeadores que trabajan duro para abrirse camino hacia un título”.
Incluso en México se hicieron sentir las repercusiones cuando el prestigioso entrenador, Nacho Beristáin, le dijo al diario La Jornada: “A Canelo prácticamente le van a regalar el título”. Y hasta un boxeador que no se destaca precisamente por su vergüenza, como Julio César Chávez Jr., dijo: “La verdad, se me hace injusto, porque otros boxeadores merecen mucho más esa oportunidad. A mí me daría vergüenza pelear por un campeonato sabiendo que no voy a ser un campeón de verdad. Con este tipo de regalos el boxeo pierde credibilidad”. Pero lo mejor aún estaba por venir. El día del pesaje Canelo marcó 151.8 lbs, pasándose del peso pactado por casi dos libras.
Golden Boy Promotions inició de inmediato negociaciones con el equipo de Hatton y se acordó que, si le daban cuatro horas para un segundo pesaje, Canelo le pagaría a Hatton el 10% de su bolsa de $350.000. Para sorpresa del mundo, en el segundo pesaje la báscula acusó 151.4 lbs, sentenciando su segundo fallo en la prueba de peso. El WBC sin embargo declaró que no retiraría el cinturón de la pelea, dado que Canelo no había sobrepasado las 154 lbs del límite de la categoría, ignorando el peso pactado de 150 lbs que ellos mismos habían aceptado previamente y de común acuerdo.
Y Hatton, de paso se embolsó otros $35.000. El acuerdo entonces fue que el mexicano el día de la pelea, a las 17:00 hs, no podría pesar más de 160 lbs, lo cual ya es un escándalo porque tendríamos a un Mediano disputando un título Súper Welter contra un rival que ni siquiera podía alcanzar las 154 lbs. Pero Golden Boy no se contentó y presionó para que el pesaje del día de la pelea se adelantara hasta el mediodía. Conclusión: Canelo subió al ring pesando aproximadamente 12 libras más que su rival. El propio Hatton declararía tiempo después: “Su intención nunca fue dar el peso. El plan era pasarse y pagar la multa. (…) Arriba del ring Canelo parecía Popeye después de las espinacas”.
El desarrollo de la pelea fue el que se esperaba: Canelo arrolló de punta a punta a un boxeador de limitados recursos y mucho menor peso y se llevó los 12 asaltos. Las tarjetas de los tres jueces vieron ganar al mexicano 119-108, debido a que en el séptimo asalto se le quitó un punto por golpear después de la indicación del referí. Esto deja claras dos cosas: la primera es que le pusieron un rival a modo para que pueda ganar el título; y la segunda es que ni siquiera así lo pudo noquear. Pero para avalar el escándalo, fue el propio José Sulaimán, presidente del WBC, quien puso la cara y subió sonriente al ring para entregarle a Canelo su primer cinturón.
Esta pelea podría ser considerada el huevo de la serpiente, el origen de todos los escándalos que vendrían después y que convertirían a Canelo en el boxeador más polémico y cuestionado de la última década. Pero Canelo, Golden Boy y el WBC habían aprendido la lección (o el círculo vicioso) que les enseñó Floyd Mayweather Jr. la polémica genera controversia, la controversia vende y el boxeador que vende puede protagonizar polémicas sin asumir las consecuencias. O sea, todo vale cuando los intereses lo justifican…