Más que los fajos de dinero que ingresaron a su cuenta bancaria y más importante que simplemente convertirse en campeón mundial, tanto Devin como Bill Haney estaban desesperados por ganarse el respeto del resto del mundo del boxeo.
Cuando los dos se sentaron y reflexionaron sobre su próximo movimiento, se encendió una bombilla. Aunque se destacaron como el único campeón importante de la división de peso ligero, vieron a Vasiliy Lomachenko como el hombre que tenía las llaves para su salvación pugilística.
En un momento, el luchador de 35 años fue considerado no solo el mejor peso ligero, sino que, en general, Lomachenko alguna vez fue considerado el mejor peleador libra por libra en el deporte. Aunque una derrota ante Teófimo López, seguida de una actuación deslucida contra Jamaine Ortiz le quitó una cantidad considerable de brillo, los Haney estaban convencidos de que una victoria contra el ucraniano los llevaría a la tierra prometida.
El 20 de mayo, en el MGM Grand de Las Vegas, Nevada, los dos se enfrentaron oficialmente en el centro del ring. Después de pelear, boxear y devanarse los sesos de manera inquietante en busca de respuestas, Devin logró obtener una victoria por decisión unánime cerrada y un tanto polémica.
Dejando a un lado la controversia, Bill estaba extremadamente complacido con la capacidad de su hijo para estar a la altura de las circunstancias. Ahora, después de obtener la victoria más impresionante de su joven carrera, Bill cree que su descendencia debe verse bajo una luz más halagadora.
“No. 1 libra por libra”, dijo un emocionado Bill con respecto a la victoria de su hijo. No dudes más de él, corónalo. Es el No. 1 del mundo”.
