Por Javier “El Lobo”
Las páginas del boxeo nos han regalado pasajes de todo tipo, desde las historias de éxito en donde albañiles, pandilleros o incluso vendedores de paletas heladas en el transporte público, son capaces de convertirse en auténticos ídolos, hasta pasajes de dolor como el que expusimos en otro artículo anterior, en la figura del ídolo de Albuquerque, e incluso pasajes de trampas y traiciones en dopajes y guantes alterados que nos llevaría toda una serie enumerarlos.
La historia que nos ocupa esa ocasión está relacionada con las pandillas, chicos que tratan de imponer su supremacía en las calles con los puños o con las armas y sea por golpizas o asesinatos conseguirán controlar las preciadas calles, pero el hombre del que hablaremos hoy llevaba el hecho de usar sus puños casi a manera de disfrutarlo. Nos referimos a Diego “Chico” Corrales.
Nacido un 25 de agosto de 1977, de padre colombiano y madre mexicana, en Sacramento, California, EE. UU. hogar de la fiebre del oro y del salvaje oeste, pero también de cruentas pandillas que se pelean por el control de la plaza, seria esto último lo que marcaría un entorno lleno de violencia para el joven Corrales, peleándose constantemente y por motivos aparentemente triviales, hasta que fue expulsado del instituto, su relación con las pandillas no cambió hasta que fue testigo de cómo asesinaron a uno de sus mejores amigos a causa de un disparo desde un automóvil en movimiento.
Fue a partir de entonces que se involucra en el mundo del pugilismo, teniendo un exitoso andar en el terreno amateur con 105 peleas ganadas y solo seis perdidas, ganando además campeonatos nacionales e incluso una medalla de bronce en los juegos panamericanos de 1995, con un estilo siempre agresivo y frontal, siempre para adelante. Crecía como la espuma en un deporte para el que simplemente parecía haber nacido, acumulando una racha invicta de 27 peleas y 23 de ellas ganadas por la vía rápida.
Todo parecía marchar de maravilla para el joven Corrales y esto quedó de manifiesto cuando el 23 de octubre de 1999 disputa el título mundial ante el sólido campeón Robert “Grand Pa´” García (que más adelante se convertiría en un afamado entrenador), por el campeonato super pluma de la IBF en poder de García. Ambos boxeadores se agarran en el intercambio con cierto dominio del ‘Grand pa’, hasta que en el séptimo asalto García es conmovido y a partir de ahí la pelea toma un vuelo a favor de Corrales que gana la pelea por TKO y se corona con ello campeón superpluma de la IBF
Después de coronarse hace tres defensas exitosas, pero sigue metiéndose en problemas con la justicia, esto y su afán de buscar nuevos desafíos hace que abandone su título (lo cual después lamentaría), y buscará enfrentarse al campeón del WBC superpluma, Floyd Mayweather Jr, para dejar en claro quién era el mejor boxeador superpluma del mundo. El compromiso se pacta, pero Corrales recibe la noticia de que sería condenado a dos años de prisión después de la contienda, lo que lo hace meterse aun en más problemas personales, dejar de entrenar y pasa por un suplicio para poder dar el peso.
La pelea fue la crónica de una muerte anunciada, con un Mayweather dominando toda la pelea y mandando a la lona a Corrales en algunas ocasiones en el séptimo asalto, provocando que su esquina tirara la toalla en el décimo y desatando la furia del propio Corrales, al perder la pelea y su calidad de invicto, fue puesto a disposición de las autoridades judiciales y condenado a dos años en prisión por violencia doméstica sobre su entonces esposa, acortándose su condena a un año cuatro meses por buena conducta.
Después de su estancia en prisión regresa a los encordados de manera espectacular, ganando cinco combates de manera consecutiva y por KO ante rivales decentes, tuvo grandes peleas ante rivales aún más grandes en su historia, como sus guerras ante Joel Casamayor, Acelino “Popo” Freitas y su incursión precipitada pero decente en el peso Welter ante Joshua Clottey, pero sin duda lo que escribió su nombre con letras de oro fue su “Pelea de la Década” que protagonizara contra el mexicano Jose Luis Castillo, escribiendo uno de los capítulos de mayor coraje, garra y determinación en el mundo del pugilismo al ir perdiendo la pelea y ser derribado dos veces de manera trepidante en el décimo asalto¿ para simplemente reponerse y sacar fuerzas de lo mas profundo de su corazón al noquear a Castillo y ganar la pelea por KO0.
La vida a veces tiene bromas un tanto escalofriantes, y el 7 de mayo de 2007, a dos años exactos del aniversario de su gran victoria frente a José Luis Castillo, Diego Corrales muere en un accidente en su motocicleta que conducía en la autopista de Las Vegas. Desplazándose a 160 kilómetros por hora y en aparente estado de ebriedad, esquiva un camión e impacta contra la parte trasera de otro vehículo. Muere a las 19:20, hora del Pacífico.
Su promotor Gary Shaw dijo “Peleaba de forma temeraria y así vivía, era su estilo. Murió como vivió”. Su mánager James Prince le dijo a Shaw en la escena del accidente “Si se pudiera levantar sin duda que lo haría” haciendo referencia a su gran bravura e inquebrantable voluntad. Así termina la historia de otro gladiador del encordado, en donde podrían quebrar su cuerpo pero nunca, nunca jamás su voluntad.