El 17 de julio de 1951, el campeón de los pesos pesados, Ezzard Charles, fue llamado a defender su título contra Jersey Joe Walcott. De hecho esta era la tercera vez que se encontraban. En la primera ocasión se disputó el título vacante y Charles se alzó con la victoria por decisión unánime. Desde la última vez que se encontraron solo habían pasado cuatro meses y el campeón había vuelto a sobrepasar al retador. Con ello Charles encadenaba una sucesión de veinticinco victorias en los últimos tres años, incluyendo triunfos frente a leyendas como Joe Louis, Archie Moore o el propio Jersey Joe Walcott.
El campeón de treinta años volvía a encontrarse con un veterano Walcott de treinta y siete, una edad avanzada en términos pugilísticos. Daba la sensación de que la inexorable batalla de todo púgil contra el tiempo había ya hecho mella en Walcott. Sus años de baile sobre el ring parecían disiparse a medida que transcurría el tiempo. Las apuestas se encontraban nueve a uno en contra del retador, la opinión pública estaba fundada en la edad del retador y sus anteriores encuentros, en los que Charles ya había hecho tocar la lona a Walcott. Este era el quinto intento de Jersey Joe Walcott para conquistar el título.
El segundo asalto transcurrió sin pena ni gloria. La mayoría de las iniciativas terminaron en forma de clinch y el retador parecía conservar el ritmo de pelea, pero no la rapidez. A medida que avanzaba la pelea, Walcott infringía más castigo al cuerpo del campeón. Gracias a ello el tercero fue un round consistente para Walcott.
En el siguiente asalto parecía que el retador había recordado en su esquina lo duro que fue el camino para llegar a ese punto, revitalizando el ritmo y fluyendo con más soltura que en los anteriores asaltos. Logró conectar golpes aislados e incluso un efectivo recto de izquierda seguido por un peligroso directo de derecha. También pudo evadir la mayoría de los molestos jabs del campeón mediante esquivas más sencillas de las que frecuentaba en el pasado.
Mientras se disputaba el quinto asalto hubo un interesante intercambio de poder. Charles era más rápido, pero Walcott clavaba el golpe de forma devastadora. El campeón comenzaba a tomar más riesgos, no podía permitir que el aspirante tomase sustancial ventaja en las cartulinas de los jueces. Estaba resultando el asalto más intenso, el campeón sorprendió a Walcott con su rapidez y el retador conectó varios de sus característicos y peligrosos directos de derecha.
Durante el sexto asalto, cada intercambio entre los púgiles se asemejaba a un choque de trenes que culminaba en forma de clinch. Hacia el final del asalto Walcott aporreó sus guantes, eludió un jab del campeón y aprovechó la inercia del esquive para lanzar un hook con el brazo izquierdo, el cual impactó de pleno en el rival. Al finalizar el asalto la gente empezó a creer que el viejo Walcott podría lograrlo.
Acababa de dar comienzo el séptimo asalto y ambos púgiles se hallaban atrapados en un clinch. El árbitro los separó y, con una inhumana parsimonia sólo al alcance de los más experimentados púgiles, Walcott caminó plácidamente hacia el campeón y le lanzó un demoledor hook izquierdo justo cuando el rival estaba lanzando un tímido jab. El resultado fue uno de los knockouts más espectaculares de la historia del boxeo. El campeón no pudo reponerse antes de la cuenta del árbitro, aunque dudo que ningún ser humano hubiese podido.
El público se había enloquecido. Esa noche Walcott le había ganado la batalla no solo a Charles, sino al mismísimo tiempo, logrando lo improbable. Supo reinventar su boxeo, conciliando con su edad y conquistando al fin el ansiado título. Se convirtió así en el boxeador con mayor edad en ganar el campeonato del mundo de los pesos pesados, hito que más tarde superaría George Foreman. Demostró lo impredecible de este deporte y se erigió como un ejemplo de perseverancia. Esta fue nombrada pelea del año por la revista The Ring.