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Hablemos sobre boxeo

Hablemos sobre boxeo

Boxeo, la técnica, la evolución y el temple en nuestro deporte



Desde los inicios hasta hoy día, el boxeo ha cambiado en cómo se paraban los contendientes, en cómo entrenaban y cómo se vestían, entre tantas cosas más. También en las reglas que existían y que no estaban nada claras o mejor dicho no estaban escritas. El boxeo ha evolucionado gracias al aporte y la pasión de los que han mantenido vigente la práctica en nuestra sociedad. De allí surgen los llamados estilos, como puede ser fajador, estilista, contragolpeador y otros tantos motes a la forma de moverse arriba del ring.

 

Y meternos a fondo en esto nos hace descubrir que cada peleador desarrolla su propia escuela, la forma que le transmite su mentor, su entrenador, que viene siendo la base principal de su crecimiento boxístico. Unas décadas atrás se pedía y añoraba lo que han llamado la vieja escuela, donde se podía disfrutar del encuentro entre dos guerreros o como muchos decían, “era más común ver buenos encuentros que hacían que te levantaras de la butaca por la emoción que despertaban los deportistas en su entrega”. De allí también se percibía las diferentes formas, los estilos de cada gimnasio y era fácil detectar y reconocer estilos propios de cada entrenador, sobre de cómo se trabajaba en cada gimnasio. 

 

Por eso se recuerdan a grandes entrenadores que formaban uno o varios ídolos, algo de lo que hoy adolece el deporte de los puños. Se dice que la técnica ha cambiado, que en la actualidad el boxeo es más físico, más explosivo y el atleta cuenta con más información sobre nutrición, psicología, educación financiera y otras tantas ventajas que los de antaño no tuvieron.

 

 

Y también que la carrera es más longeva, es decir duran más años peleando arriba del ring. En la actualidad hay un choque de épocas, de quien o quienes fueron los mejores, que si tal peleador del pasado se hubiera enfrentado a tal campeón del momento o el del tiempo presente, que si el actual  es mejor que el ya retirado o viceversa y paremos de contar toda las historias que ofrece este tema. 

 

Pero hay algo que debemos observar pues es inevitable pasarlo por alto. En la publicidad se ofrece una imágen de un físico espectacular, un calzado de marca, un atuendo que deslumbra en moda y no se diga cuando hacen declaraciones frente a frente en el pesaje o en el proceso de su preparación, argumentando que están calentando la pelea. Y eso se agradece, pero a la hora de la verdad, el público, los amantes del boxeo, los verdaderos apasionados terminan por decepcionarse pues con todo lo que se les vendió con la ayuda de las redes sociales no se cumple arriba del cuadrilátero. Faltó lo más importante y lo que engrandece y se reconoce de un peleador. El carácter. 

 

Y no es que no lo tenga o no cuente con los atributos para enfrentar a sus rivales, simplemente el enfoque es otro y lo que le daba peso en oro al boxeo ahora es cambiado por la filosofía del negocio. Cuando de lo que se trata es de dar un gran espectáculo, no show (no se confunda), se intercambia la valía por el espejismo. Y si no lo creemos basta con ver la carencia de representantes serios a un título del mundo. Y los que ostentan el fajín de campeones se enredan más en la estrategia publicitaria, en con quién la tengo segura y dejan esperando en la fila a los que se han ganado la oportunidad. 

 

Una oportunidad que para muchos es bien sabido les cambiaría la vida. Para bien o para mal, dependerá de lo serios que sean en este hermoso deporte, que lo repito, requiere contrincantes con carácter. De antaño, de la vieja escuela, del boxeo moderno pero que tengan carácter arriba del ring y hagan respetar el paso de grandes boxeadores que han dejado huella y un invalorable legado en la historia del boxeo.

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