El campeón, el millonario y el mafioso
Por Diego Castro
En 1949 Joe Louis colgaba los guantes y se retiraba (temporalmente) como uno de los más grandes boxeadores de todos los tiempos. Había sido campeón mundial de peso Pesado durante doce años consecutivos, constituyendo el reinado más largo de la historia del boxeo; y había defendido su título de la división mayor en veinticinco oportunidades, otro récord que ochenta años después permanece intacto. El Brown Bomber era el campeón del pueblo y el orgullo de los afroamericanos. Cuando se retiró, su abogado Trumman Gibson y el publicista Harry Mendel crearon para él la empresa Joe Louis Enterprise, cuya primera inversión fue la firma de un contrato promocional a los cuatro principales candidatos a disputarse el título que el propio Louis acababa de dejar vacante: Ezzard Charles, Jersey Joe Walcott, Lee Savold y Gus Lesnevich.
Jim Norris era un play-boy millonario de Chicago interesado en los deportes y las apuestas. Su padre era dueño del equipo de Hockey Detroit Red Wings, de un establo de caballos de carrera y era accionista y director de prominentes industrias americanas. En 1949, aprovechando el ocaso del promotor Mike Jacobs, Jim Norris adquirió el Madison Square Garden. El mítico templo del boxeo de Nueva York fue la joya de su corona, que ya incluía el Chicago Stadium, el Saint Louis Arena y el Olympia de Detroit. Poco después compró los contratos con el Yankee Stadium y el Saint Nicholas Arena. Es decir que Norris controlaba casi todos los mejores estadios para realizar espectáculos de boxeo en las principales ciudades de Estados Unidos.
Finalmente, para consolidar su imperio empresarial de promoción y difusión adquirió una televisora que le permitiría transmitir sus veladas a todos los rincones del país. Frankie Carbo era un asesino de la mafia. Desde los 11 años estuvo entrando y saliendo de reformatorios y prisiones por hurto, robo, extorsión y amenazas; sus primeros vínculos con el crimen organizado fueron al servicio de la familia Lucchese. En ese período fue acusado del asesinato de un taxista que no quiso pagar protección y pasó 20 meses en prisión. A comienzos de la década del ‘30 comenzó a trabajar como sicario para Murder Inc., la “empresa” de homicidios creada por Lucky Luciano, que vendía sus servicios a las mafias italiana y judía.
En 1933 Carbo, junto a otros mafiosos como Blinky Palermo, decidió meterse en el mundo del boxeo para promocionar y arreglar peleas a fin de hacerse con el control de las apuestas. En 1935 tuvo su primer campeón mundial de peso medio, cuando Babe Risko venció a Tedy Yarosz. A fines de la década Carbo había sido arrestado 17 veces más y acusado de otros cinco homicidios. Sin embargo, hacia 1949 ya era conocido como el ‘Zar del Boxeo’ y controlaba con mano de hierro el Boxing Manager’s Guild, que era el sindicato de managers de Nueva York.
En 1949 Jim Norris decidió absorber Joe Louis Entreprise. A cambio de $150.000, un contrato como empleado y el 20% de las acciones de la empresa, Louis cedía sus derechos sobre el título de peso pesado, los contratos de sus boxeadores y su nombre e imagen para legitimar las futuras veladas. Norris ahora controlaba los estadios, la promoción y la televisión, pero le faltaba algo igualmente importante: el control de los managers y los boxeadores. Por ello decidió asociarse con Frankie Carbo, un personaje al que secretamente admiraba. Nacía así el International Boxing Club (IBC), el emporio deportivo, empresarial y mafioso más poderoso de la historia del boxeo, que monopolizaría el deporte durante toda la década del ’50.
Una de las primeras adquisiciones del IBC fue el Tournament of Champions, que organizaba veladas televisivas dos veces por semana desde el Madison Square Garden y tenía los contratos de boxeadores como Sugar Ray Robinson, Tony Zale y Marcel Cerdan. El monopolio de Norris y Carbo manejaba el boxeo casi en su totalidad. Norris era el guante blanco y Carbo el puño de hierro, uno gestionaba con brillante habilidad los aspecto empresariales, absorbiendo agresivamente cualquier tipo de competencia y el otro se encargaba de manejar, mediante matones, presiones, chantajes y amenazas (que casi siempre se cumplían) a todos los managers y boxeadores importantes del circuito, sobre todo a aquellos que se rebelaron contra el IBC.
Para darnos una idea del nivel de control que alcanzaron basta recordar que de los 51 campeonatos mundiales que se disputaron entre 1949-1955, el International Boxing Club promocionó 47. El control de los títulos mundiales fue clave en el fichaje de los mejores boxeadores, ya que absolutamente ningún púgil obtenía una pelea por el título del mundo o una transmisión televisiva desde el Garden, a menos que le cediera al IBC los derechos absolutos de promoción y un porcentaje de su contrato. De ese modo se aseguraban que, ganara quien ganara, el título quedaba en casa, bajo el estricto control de Jim Norris y Frankie Carbo. Muy pocos fueron los managers y boxeadores que se atrevieron a oponerse a los designios de esta maquinaria dirigida por un empresario brillante y un ex asesino de Murder Inc. En la próxima entrega veremos cuál fue su suerte. Lo mejor está por venir…