La otra cara de la moneda
Durante muchos años hemos visto al deporte de los puños como un escape a la violencia y la pobreza. Siempre se ha dicho que este bello arte es ese amigo que si te dejas ayudar te ayuda, esa paz que llega después de la tormenta, o esa luz al final del túnel. Innumerables son los casos de jóvenes que dejaron las peleas callejeras, la droga, la delincuencia o las pandillas y hoy son exitosos promotores, peleadores o hasta presentadores de peleas de boxeo, es decir, el boxeo te cambia la vida se dice por ahí.
Dentro del amplio mundo del boxeo, existen diferentes tipos de peleadores. Si nos detenemos a estudiar algunas carreras, fácilmente podemos ver como hay púgiles que pese a salir en televisión y estar firmado por alguna promotora, tienen que realizar otras tareas aparte de boxear para poder sustentarse y sustentar a los suyos, porque a veces los eventos para ellos no son bien pagados. En este pequeño escrito quiero hablarte acerca de esa otra cara de la moneda, hablarte de ese contendor que por más ganas que le pone en el cuadrilátero, la pelea importante para él no llega, y si llega, es porque va contratado para perder.
Es fácil decir por colocarte un ejemplo, que “Canelo” pasó de ser muy pobre a ser el boxeador más rico de la historia, porque claro, la gente no habla de su cara bonita o sus exitosos manejadores, personas que jalan ventajas para su peleador antes del combate, para que por nada del mundo este vaya a ser derrotado. No estoy criticando la fama y fortuna del peleador mexicano, ojalá le sea de mucho provecho todo lo que hasta ahora ha cosechado, pero es importante saber y recordar que boxeo no siempre es sinónimo de dinero, fotos, autógrafos, riquezas y muchos lujos. Boxeo también es sinónimo de trampas, mentiras, mafia, explotación y corrupción.
Una de las primeras cosas que hacemos la mayoría de los apasionados de este maravilloso deporte cuando vemos alguna decisión polémica, es hablar fuerte contra jueces, esquinas y boxeadores. Parece que no sabemos o se nos olvida, que en ocasiones, ocurre algo más: no puedes dejar que te engañe la prensa cuando te dice que un boxeador está donde está gracias a su talento y empuje. Muchos sencillamente están ahí porque así conviene que sea, para sus manejadores y promotores, pero el día que no venda, será excluido como si nunca hubiese existido. Muchas cosas se dicen en esas mesas de negociaciones a las que no podemos asistir, no es descabellado pensar que si el peleador favorito perdió la pelea de su vida de forma extraña esa noche, no es porque no era su día, sino porque simplemente ya no conviene que gane y entonces nada, le pagamos para que pierda.
El boxeo del último tiempo se ha convertido en una dura batalla de pescados, donde el más grande se come al más pequeño, quien lucha día tras día para sobrevivir. Tenemos en una esquina ese púgil que a duras penas ha firmado hace poco un contrato y está escalando peldaños para tratar de llegar a la cima, pero tenemos en la otra al famoso y adinerado que escoge rivales, coloca cláusulas, evade a los más peligrosos y claro, compra el título de aquel que nadie conoce pero es bueno… ese que sin ser una estrella, podría darles una terrible sorpresa. No te quedes querido lector con lo que ven tus ojos, analiza a profundidad cada combate, resultado y declaración, te aseguro que terminarás en la lona varias veces si supieras todo lo que se habla tras bambalinas, te aseguro que en este bonito deporte, no es todo como parece.
