Por Javier “El Lobo”
En el terreno del boxeo profesional podemos ver diferentes estilos de pelea, están los boxeadores estetas, con un boxeo fino y educado, buenos desplazamientos y excelente juego de piernas, auténticos estrategas del cuadrilátero que van empleando sus mejores tácticas para ir minando a su rival y ya sea noqueando o yendo a las tarjetas, dan auténticas exhibiciones boxísticas.
Por otro lado tenemos al personaje que nos ocupa esta ocasión, que sin importarle recibir un castigo brutal, su excelente condición y mandíbula le permitían ir siempre hacia al frente tirando combinaciones agresivas, llevando a la práctica perfectamente ese viejo adagio de “No hay mejor defensa que un buen ataque”, impidiendo casi por completo a su rival contragolpear por miedo a ser conectado por esos volados que en la mayoría de los casos buscaban arrancar la cabeza del tronco, y sobre todo quedando anonadados ya que por más castigo que en recibía, este sencillamente pareciera alimentarse de golpes. Nos referimos a Marcos “El Chino” Maidana.
Nacido allá por 1983 en un pueblito de la provincia de Santa Fe llamado Margarita, fue testigo como cualquier chico argentino de una actividad sumamente competitiva como es el fútbol, ya sea en los dos equipos más representativos de su provincia, el Club Atlético Colón y el Club Atlético Unión (siendo el Chino ferviente hincha del primero), ese partido es el ‘clásico’ de la provincia, como entre los grandes del fútbol argentino, lo es River Plate contra Boca Juniors. Jugó de volante central de la liga verense, pero como él mismo dijo, “Era vago” y dejó el fútbol para incursionar en el boxeo, ya que lo suyo sencillamente era agarrarse a piñas.
Y es que esto quedó sencillamente demostrado cuando incursionó al terreno amateur, en donde acumuló más de 84 combates con solo cuatro reveses, noqueando a la mayoría de sus rivales y con ello llamando la atención para el terreno olímpico, en el que desafortunadamente no le fue nada bien. Ni siquiera pudo clasificar, sencillamente porque su estilo es 100 % para el profesionalismo y no para acumular puntos como en los aficionados. La historia le dio la razón a su estilo y una vez que incursionó en el campo profesional, se convirtió en una autentica maquina noqueadora, dejando fuera de combate a 16 de sus 17 primeros rivales hasta así ganar un chance mundialista por el cetro superligero versión WBA, en poder del ucraniano Andreas Kotelnik. La pelea fue muy reñida y se fue a la distancia, pero al llevarse a cabo en territorio europeo, al ucraniano le valió la localía ganando la pelea por SD.
Después de meditar el retiro le llega otra oportunidad ante uno de los mejores prospectos estadounidenses de aquel entonces, como lo era Victor “Vicious” Ortiz y dando la pelea del año, en donde ambos recibieron mucho castigo, se impuso la fortaleza del de Margarita. Después de Ortiz llegaron los grandes nombres y fue llevado de la mano de uno de los grandes entrenadores de los EE. UU. como lo es Robert “Grand´Pa” García, que a su vez también ha cosechado éxitos tremendos con boxeadores de estilo similar al Chino, como Antonio “El Tornado de Tijuana” Margarito o Fernando “Feroz” Vargas y recientemente la maquina demoledora Vergil Ortiz Jr.
Es en este momento de su carrera donde el chino muestra sus mejores condiciones y se recuerdan sus mejores combates, auténticas guerras en el ensogado. Si algo caracterizará al Chino en su carrera además de ese estilo agresivo, era nunca jamás sacarle la vuelta a nadie, y ya fuera por el choque de estilos ganando en grandes guerras como la protagonizada contra el veterano Erik Morales o perdiendo en la no menos brutal batalla ante Amir Khan, el chino nunca le huía a ningún rival. Sus oportunidades más grandes llegaron en su compromiso ante Adrien Broner, al que de paso le arrebató el invicto y su calidad de super estrella, y en sus dos compromisos ante Floyd Mayweather, ganando literalmente la lotería ya que no cualquier peleador puede ganarse el derecho de pelear ante el norteamericano y debido a la gran pelea que dio en la primera afrenta, Maidana consiguió la oportunidad de una revancha.
La polémica estuvo presente en ambos compromisos, desde los dos millones de compensación que Mayweather le pagara a Maidana por cambiar de guantes, hasta aquel cómico episodio después de la primer pelea en donde Maidana sacara un alfajor de una reconocida marca en argentina propiedad de su amigo y patrocinador durante toda su carrera, Hugo Basilotta, lo abriera y lo comiera frente a cámara en horario estelar y ante los ojos del mundo. O incluso el zafarrancho que se armara con la gente de Mayweather, en donde el propio Justin Bieber se llevara una patada en el trasero por parte del primo de Maidana, “Pileta”. Historias se dicen muchas, pero su calidad de boxeador e indiscutido ingreso al Salón de la Fama es incuestionable.
Hoy desde una mesita rústica con el atardecer de la pampa de fondo, un trago de su whisky favorito, el Macallan 12 años, y un arma semi automática con la que practica tiro durante todo el día (su gusto por las armas siempre se ha sabido), se llena su mente de recuerdos desde que fuera un decente ariete central para una liga de futbol local, noches y días enteros de entrenamiento para llegar a los seleccionados de boxeo y sufrimiento lejos de su familia para conservar su calidad de campeón y de los grandes exponentes del peso super ligero y welter. Después de una larga carrera profesional de 16 años y en donde hasta el final fuera el “chico vago, de pueblo, canchero y hasta rebelde”, toma un trago, sonríe y asiente como si todas y cada una de esas travesías le hubiesen dado sabor a su existencia, haciendo que simplemente todo valiera la pena…