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Modelo Mayweather, el cáncer que destruye al boxeo

Modelo Mayweather, el cáncer que destruye al boxeo

Como la moda impuesta por Floyd ha podrido la cabeza de los fans y ha servido de mal ejemplo a otros boxeadores

 

Por Javier “El Lobo”   

 

Durante años fuimos testigos de cómo se cometen diversas arbitrariedades contra los boxeadores por los así llamados managers, como que se quedaran con la mayor parte de las ganancias y someten a los boxeadores a contratos casi esclavistas, entre otros abusos que pasarán a la historia. Al día de hoy el boxeo ha ido evolucionando de manera favorable para el boxeador, estableciendo condiciones que los boxeadores de antaño apenas se atreverían a soñar (no por ello digo que la cosa está resuelta, pues aún hay mucha injusticia y falta mucho camino por recorrer), pero sin duda uno de los que marcaron huella y establecieron los parámetros de negociaciones para el boxeo actual, es el considerado por muchos histórico Floyd Mayweather Jr.  

 

Sin embargo, este hombre que aparentemente ha hecho tanto por el boxeo ha traspasado las fronteras y ha hecho del mismo su mina personal de oro, explotando no solo su imagen, sino su legado y hasta el propio deporte al literalmente burlarse de la disciplina que le ha dado tanta gloria en numerosas ocasiones, tanto cuando se encontraba en activo con innumerables cláusulas ventajosas a su favor o rivales a modo, elección de jueces, robos descarados (como con su ya conocida primer pelea ante el mexicano Jose Luis Castillo) o hacia el final de su carrera con peleas ante peleadores de artes marciales mixtas, mismas que fueron contabilizadas de manera oficial en su récord profesional de boxeo y contra rivales que tenían nula experiencia en el terreno del pugilismo.   

 

Por si esto fuera poco acabó combatiendo ante el youtuber Logan Paul, rompiendo récords de audiencia por el arrastre comercial de ambos, y según sus propias palabras, innovando una vez más en los contenidos y streaming, a pesar de lo vergonzoso y decadente que resulta este tema y que nos llevaría más de una columna hablar sobre el mismo, no profundizaremos más en él, pues no es lo que nos ocupa en el presente análisis, sino que es gracias a su manera de hacer negocios que una vez más el boxeo se ve sumamente perjudicado al no permitir que los mejores se enfrenten contra los mejores, tal es el caso de los campeones welter Errol Spence Jr y Terence Crawford, quienes acaban de confirmar su pelea tras al menos seis a siete años desde el momento en que debió realizarse.

 

Y es que no es un secreto a voces que al fan ocasional le encanta comprar contenido basura, a tal punto que las peleas entre youtubers, misma industria que tiene poco de existencia, han roto récords de audiencia y de PPV. Hay fans que de manera casi religiosa se pelean por (a su entender) demostrar que un peleador de MMA podría fácilmente ganarle a un boxeador de carrera con solo conectarle un golpe, y es ese mismo pensamiento carente de todo argumento y lógica lo que alimenta esa industria basura y que echa por la borda todo lo deportivo, como pensar que un jugador de baloncesto podría barrer el piso con uno de soccer solo por que ambos juegan sus disciplinas con una pelota (sin así de inverosímil es el “argumento”).   

 

Ahora los boxeadores en élite se suben en ese tren y pretenden evitar a los mejores como en los años dorados de Floyd, para así emular sus hazañas y llenarse de billetes a costa del mismo aficionado ocasional que compra esos contenidos, pactando peleas con boxeadores dos o tres divisiones mas chicos o grandes y con nombre para demostrar su supuesta superioridad, aunque estos estén fuera de prime, y para el fanático ocasional eso esta bien  pues ellos solo ven dos boxeadores con nombre peleando y sin entender una mínima parte de todo lo que hay detrás, incluso cuando gana el que por lógica boxística tenia que ganar, son los que se encargan de ensalzar a su ídolo prefabricado.  

 

En una época en la que los organismos por así decirlo “se renuevan” en pos de la demanda de los consumidores que los mantienen, han traspasado la línea y han pasado a un siguiente nivel, incluso fungiendo como auténticos socios del pugilista de renombre, creando cinturones a modo (dícese cinturón franquicia), moviendo los rankings a su antojo o poniendo en ellos a boxeadores que no figuraban todo por seguir alimentando la farsa y sin importarles una posible tragedia que no se ve para nada lejana, como ocurrió con el Youtuber Jake Paul y el KO que propinara a un jugador de baloncesto y que pudo terminar muy mal.   

 

Lo que unos ven como divertido y entretenido con sangre y golpes entre figuras mediáticas, magnificando el morbo que se llevaba el circo romano y llevándolo a niveles insospechados es imperdonable para promotores, organismos o comisiones, que aun a sabiendas de los riesgos que conlleva este deporte, solapan estos actos cuasi criminales. El fan ocasional pues ha permitido que el boxeo se haya vuelto a ver de nuevo y se encuentre en las primeras páginas de los diarios, pero también es del que se aprovechan entes o personas sin escrúpulos que solo buscan llenar sus bolsillos y que a manera de ‘crónica de una muerte anunciada’, esto tarde o temprano pasará de un innovador modelo de negocios a una tragedia sin sentido.



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