El deporte que elegimos
En una etapa de nuestras vidas el destino, la necesidad de pertenencia, el vencer el miedo, algo nos lleva a acercarnos a un gimnasio, pero no a practicar cualquier deporte, a un gimnasio de boxeo. Llegamos emocionados, con muchas dudas, con miedo pero con el firme propósito de enfrentar el reto. Nos maravillamos del bullicio de la gente, el golpeo a los costales y los gritos de corrección del entrenador al mando.
Y dejamos volar la imaginación viéndonos como ya como un verdadero campeón del mundo. Pero nos regresa a la realidad el grito del coach cuando nos habla con firmeza, haciéndonos dudar para que llegamos al gimnasio. Mientras nos hace preguntas vemos con asombro cómo dos jóvenes se dan con todo arriba del ring y nos aclara el futuro panorama que nos espera. Ya no hay marcha atrás, estamos allí y no queda más que ponernos a las órdenes del mandamas.
Mientras esperamos que nos pongan los guantes y ver a qué rival vamos a enfrentar, nos aterriza la primera indicación, de una forma de parado repetitiva que de momento nos hace sentir que nos aleja de lo que vinimos a buscar. Movimientos de manos, cintura, de pies, que seguros estamos que no tienen nada que ver con el boxeo. Pero es tan concreta la orden y fuerte la voz que no da tiempo para reclamar o poner en duda su postura.
Ya va una semana de entrenamiento y no queremos seguir adelante pues estamos acostumbrados a que nadie nos exija más que en nuestra casa, pero por alguna causa una voz interna nos pide seguir, y no desistimos. Al paso de varias semanas empezamos a acostumbrarnos a una disciplina casi militar e inconscientemente nos empieza a gustar y de alguna forma a nos hace sentirnos más seguros de nosotros mismos.
Cuando ya pensamos que estamos a gusto con lo que hacemos y se siente un ambiente de camaradería, nos llega un duro golpe de realidad, nuestro primer sparring. La primera vez que pondremos a prueba lo que se está aprendiendo y, ¡oh sorpresa! no es como en la televisión, allí en las noticias se veía tan fácil… y recordamos haber asegurado que era sencillo encer a tal o cual rival en el momento.
Dura lección pero muy grata experiencia, eso es sólo el comienzo de un camino lleno de mucho aprendizaje y necesario para llegar a ser uno de los mejores campeones del mundo. Pero queda claro que las batallas más difíciles están abajo del ring y si logramos superarlas se verá reflejado en nuestro crecimiento, tanto personal como profesional. Es importante respaldar hoy en día a la juventud con confianza y afecto. Lo demás estará en sus manos.