Ser una superestrella no es algo con lo que sueña Regis Prograis. No normalmente. El jugador de 34 años tiene otros pensamientos rondando por su mente, como decapitar a sus oponentes y envolver su cintura con el oro del campeonato.
La fortuna y la fama no van de la mano. Para Prograis, ganar peleas, llevarse a casa sueldos considerables, conseguir títulos y ser respetado por sus compañeros están en lo más alto de su lista de tareas pendientes. Siempre ha sido.
Aun así, aunque no busca ser el centro de atención, no se opone a ello.
Hay un título mítico en el deporte del boxeo, uno que se consigue sin molestas sanciones. Convertirse en la cara del boxeo está reservado para aquellos que son tremendamente populares. Ser un gran luchador también es un componente, pero en pocas palabras, no es tan importante como ser sumamente admirado.
“Realmente siento que puedo ser la cara del boxeo”, dijo Prograis a Fight Hub TV. “O cerca de eso en dos peleas”.
“Está ahí para que yo pueda agarrarlo. Sólo tengo que esforzarme. Está ahí para que lo tomes”.