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Se buscan héroes

Se buscan héroes

Es muy común en el paso de la vida tener referencias de éxito, llámese logros, proezas ante una adversidad, etc. Y quién mejor que el humano para plasmar en los libros de la historia, sus hazañas. Esas anécdotas de garra generalmente son ubicadas en eventos de talla internacional, donde unos pocos lograron colgarse la medalla, y por obvias razones las masas buscan imitarlos. Eventos que mueven las pasiones en diferentes deportes de élite, y bien por ello.

 

Pero estamos dejando pasar por alto dónde inician esos pequeños y no muy bien valorados eventos. Hablo de esos pasos donde no hay reflectores ni luces de colores, y qué decir de un recinto repleto de miles de almas que claman el actuar de él o la atleta. Y me refiero a ése recóndito espacio (refiriéndome al boxeo en particular) llamado gimnasio, creo por todos conocido. Un lugar que en la mayoría de los casos no cuenta con la infraestructura de equipos como costales, peras, guantes y lo que le sigue. Es allí, con paredes desgastadas o en algunos casos bien pintadas, donde comienza nuestro relato.

 

Aquí se gesta el sueño de muchos jóvenes, que esperan repetir, escuchar, vivir la travesía de los consagrados. Pero también es el lugar donde se truncan los anhelos, pues el primer reconocimiento no siempre se escucha, no se hace notar. Y me refiero a la figura que los ha llevado en los primeros años de sus vidas. Estoy hablando de los padres, papá y mamá, o en algún caso difícil, una de las dos figuras aún en vida. Ellos, los tutores, no se involucran más allá de lo que pide la sociedad, ser buen hijo en casa y buen estudiante, porque cuando se dan cuenta que tienen un adolescente que se sale de la norma, que busca trascender, entonces Washington, tenemos un problema.

 

El mundo hoy en día necesita héroes, pero de carne y hueso y los tenemos en nuestros hogares, a nuestro lado, sentados en la mesa comiendo con nosotros y no lo vemos. Sencillamente porque buscamos en los ya mencionados, los famosos. Y perdemos de vista ése pequeño diamante en bruto que hay que pulir, que tallar y requiere de nuestro máximo esfuerzo para lograrlo, apoyándolo, no siendo un obstáculo en su vida. Éstos deportistas no serán capaces de hacer nada si no van de la mano en equipo y como familia.

 

Allí está el aplauso más importante en sus inicios, donde sin aún ser conocido recibe el alarido que retumbará en su mente y en su corazón. Un ¡vamos hijo si se puede! sin importar el resultado final. Lo repito: ¡vamos hijo si se puede! y allí mismo, en ése perdido y remoto lugar, nacerá un ser humano que nuestro mundo necesita para empezar a cambiar la perspectiva del ‘no puedo’ y abonará emociones positivas que invitarán a los demás a hacer lo  extraordinario, así que no lo olviden, se buscan héroes.

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