Algo fundamental en todo combate
Las siguientes líneas que leerá a continuación surgieron luego del espectacular combate sostenido entre Terence Crawford y Errol Spence Jr, mismo que se llevó a cabo el pasado sábado 29 de julio y del cual nadie para de hablar por lo dantesca y significativa que fue la victoria obtenida por Crawford, misma que lo lleva al tapete de la historia mundial, es decir, lo ubica como un grande del boxeo moderno y el número uno libra x libra de la actualidad.
Para empezar es menester destacar que este escrito no tiene la finalidad de abordar lo sucedido arriba de las 16 cuerdas (de eso ya se habló bastante), lo que vimos es lo que vimos y eso nadie lo podrá cambiar, ganó el mejor, dando una magistral clase de boxeo, eso es indiscutible y me parece perfecto, sin embargo, hay un detalle que marcó un antes y un después en esta reyerta y eso si deseo compartirlo con todos ustedes.
Cuando se firma una pelea de este nivel, el juego de ajedrez es más que obvio. Ambos púgiles estudian a su rival, realizan la preparación pertinente para el combate en cuestión y si vamos más allá, todos dicen tener la estrategia perfecta para dominar al contrario, porque claro, nadie se ve perdedor sin pelear. Entrando de lleno al tema que nos atañe, vemos que para esta presentación Spence estaba más atlético y Crawford más pesado y fuerte, es decir, ambos tenían ya el plan de pelea predeterminado, acá no había lugar para la improvisación, ambos sabían sin duda, lo que tocaba hacer.
¿Pero si ambos tenían un plan de pelea, por qué Spence fue tan inferior y lució tan mal? esa es la pregunta que tal vez nos hacemos muchos, es decir, poca gente le veía opciones contra Crawford es verdad, pero nadie le veía perder de la manera en que perdió, así como el mismo Errol no se veía tocando la lona tan pronto como en el segundo asalto, y ahí es donde el plan de pelea se desmorona.
Si nos detenemos rápidamente en el inicio del combate, veremos ese primer episodio en el que Spence usó el jab, se movió mejor, metió algunas manos y en conclusión, ganó ese primer capítulo, mismo que le dio fuerzas para en el segundo salir con todo, golpear fuerte a la cabeza, es decir, aplicar con confianza su plan de pelea, pero entonces resulta y acontece que cuando el hombre de Nueva York estaba más seguro de que lo estaba haciendo bien, aquel uno dos a la barbilla por parte del nacido en Nebraska, iba a decirle que no, que por ahí no era.
¿Cómo te recuperas si en las dos primeras manos que tira, uno de los mejores boxeadores del planeta te manda a la lona en el propio amanecer de pelea?, ¿cómo le dices a tu cerebro que luego de semejante contragolpe todo está bien y no ha pasado nada?, pues eso le pasó a este ex campeón, le tumbaron la estrategia y nada pudo hacer, porque luego de esa caída no fue el mismo, no hubo una replanificación y entonces, cayendo en un letargo psicológico, el ahora campeón absoluto de la categoría, hizo lo que quiso y lo dejó vivir hasta donde lo consideró conveniente.
En resumen, a Errol no le faltaron estrategias, a Terence le sobraron, eso marcó la diferencia, eso determinó el devenir de los siguientes asaltos hasta arribar al dramático final, al margen del tema mental que ya señalamos, en pocas palabras, ganó el que tenía que ganar y fin de la discusión.
